26 junio 2008

Princesa Magdalena.

Que te devuelvan tus días y todas las horas con minutos multiplicados que dedicaste a no soltar el ancla de un barco, que veías alejarse poco a poco. Tiraste de la cuerda marinera con demasiada fuerza, sin querer saber que llevaba días rota y había empezado a deshilacharse en la punta, dejando escapar las últimas lágrimas que te quedaban. Para arrojarlas al mar, dónde sino. No te quedaban más, de lágrimas, ni de ganas de inventar personajes para tu cuento con final feliz. Pero nadie mejor que tú para ponerse a hacer balances decisionales en un plisplas, que resulta que escondían el mejor de los antídotos… ¡Y tú sin saberlo! Y yo contigo, claro, entre cafés en cualquier plaza con una pizca de lenguaje del nuestro y dos de recuerdos enredados. Bien cargado, por favor, que la noche no fue fácil…

Y entre príncipes verdes y ranas azules hemos crecido, casi sin darnos cuenta, María Magda. Porque nadie mejor que nosotras para vivir la vida a nuestra manera, y que no intenten convencernos de lo contrario porque trae premio seguro. Tiene que traerlo a la fuerza después de apostar con todo lo que teníamos una y otra vez. Pero tú, a seguir apostando… premio seguro, recuerda. Y ahora arriba y luego abajo, y mientras yo voy subiendo poquito a poco, con cuidado, en una de éstas te encuentro descendiendo en canoa, soltando tu mano del remo y saludándome desde lejos con una sonrisa de las que iluminan grises, una de las tuyas. De las que habías gastado siempre hasta que empezaste a amarrarte a aquel puerto en el que la marea siempre estaba alta.

Y no puede ser casualidad. Tenía que ser ahora y no antes, para poder quedar solas sin problemas cuando aparezca el silencio. Ese tipo de silencio que sólo se deja caer cuando te piensas y te sientes a la vez. Y tenía que ser ahora, no antes, para que las dos pudiéramos mirar nuestros móviles cada cinco minutos y burlarnos una de la otra, pero a la vez. Llamarte Magdalena y quedar para comer, recordando algún nuevo refrán que se nos vino a la cabeza. Encender un cigarrillo juntas, creyéndonos que con él prenderán todos los desengaños y se consumirán todas las nostalgias aprendidas. Compartiendo mechero y ventanillas bajadas, mientras suena alguna canción de-las-de-llorar… Y saber con certeza que era lo único que necesitábamos. Tenía que ser ahora, por algo, no me preguntes por qué… Quizá porque ahora tienes título oficial para hacer balances decisionales llenos de palabras técnicas, que esconden lo mismo que mis dibujos con palabras, pero más directos y concisos, que tú eso siempre lo tuviste. Lo de irse por las ramas, las nubes y las lunas de papel siempre fue más cosa mía que tuya. Aunque después de todo tú has acabado caminando por alguna nube que otra con poco fundamento y a mí me queda poco para aprender a terminar balances de esos. Creo que es por eso que tenía que ser ahora y no en otro momento, para que podamos devolvernos los días la una a la otra. Recordando anécdotas que nos arrancan carcajadas una y otra vez aunque las hayamos contado mil veces, para hablar en nuestro idioma e imitar voces imposibles… Para ser tú y yo, devolviéndonos las sonrisas que nos robaron sin permiso.

Feliz verano, princesa.

6 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Qué bello texto, Mar.

Anónimo dijo...

Es precioso, Mar. Tiene un aire variable esta carta que le escribes a Magda. Que, por otra parte y sin venir a cuento, no había mejor nombre que ése para un texto como éste. Y supongo que no había otra princesa mejor para ti.

Todo el texto llenito de imágenes y metáforas. Diciendo sin decir, para los que leen entre líneas.

Feliz verano a ti también, princesa.

Unknown dijo...

Supongo dosis de autobiografia, Por algo Mar, por algo nubes, pero encontar a alguien que podria ser un espejo y poder llamarlo camarada, significa que no hemos vivido por nada.

Anónimo dijo...

Un homenaje precioso a la amistad y una carta que a todos nos gustaría recibir, porque significaría que eres especial para alguien.
Me gustó mucho tu texto y tiene algunas frases geniales, que calaron muy hondo en mí.
Gracias por compartir tus sentimientos y que nadie robe jamás tu sonrisa. Cuando vislumbres problemas, refúgiate en la ciudad del viento por ejemplo o en calle Melancolía. Allí estarás a salvo.
Te dejo mi amistad por si te ayuda a mitigar la nostalgia.
Un beso fuerte y cuídate.

Anónimo dijo...

Gracias por pasarte de nuevo. Me hace ilusión verte por mi desván, pues me gusta mucho como escribes.
Para mí el día de hoy es importante, porque quiero que sea divertido, pero tampoco soy ningún fanático. Pase lo que pase en el partido de esta noche, dormiré muy bien. Je, je, je.
Espero que pronto la inspiración te permita escribir de nuevo, pues ya espero poder leerte otra vez, para quedarme desulumbrado con tus palabras.
Mientras tanto, me sentaré en mi rincón y escucharé en esta ocasión "Óleo de mujer con sombrero", pues ya veo que también te gusta el poeta Silvio, el trovador del pueblo.
"Ojalá" seamos buenos amigos, Mar. Je, je, je.
Cuídate. Besos.

eva lluvia dijo...

qué bonito, princesa mar...

qué bien escribes!

tus letras de amistad le habrán encantado a tu princesa magdalena...

un besito:)